Origen y evolución. Desde el inicio de las actividades hospitalarias en 1961, se contempló la implementación de un servicio que elevara la calidad de la atención médica hospitalaria, si bien inició como un servicio limitado a interconsultas, progresó con programas extensos de valoración de riesgo quirúrgico, controles pre y postoperatorios, así como el diagnóstico y tratamiento de pacientes con patología diferente a la oncológica o complicaciones multiorgánicas y en particular los procesos infecciosos de elevada prevalencia en esta población. Posteriormente se establecieron programas para control de dosis por toxicidad con quimiofármacos (v.gr. doxorrubicina, bleomicina, cisplatino entre otros).
El origen de este servicio fue consecuencia de la llegada del Dr. Mario Lieberman Litmanowitz, internista entrenado en el Hospital Chesapeake and Ohio situado en Clifton-Forge, Virginia, que destacaba por su brillantez, notable intelecto, destreza clínica y un humanismo poco habitual, maestro de varias generaciones en la especialidad, diseñó la estructura y funcionamiento del departamento, y hasta su salida del servicio a la Jefatura de Enseñanza y posterior Subdirección del Hospital mantuvo el liderazgo en el servicio. Años después ocupó la Jefatura de Enseñanza a nivel nacional en la antigua Subdirección General Médica del IMSS.
Al departamento se fueron agregando distinguidos médicos como el Dr. Carlos Ortega especialista en Medicina Interna y con postgrado en Medicina Nuclear en la U.C.L.A. en California, médico afable a quien frecuentemente se le “acababa la vocación” alrededor de las 10:30 h de la mañana y salía a algún buen restaurante de la zona, de buen talante, conversador y siempre atento con sus compañeros, cuya adscripción fue para el gabinete de Medicina Nuclear que se instaló en esa época, sitio donde se realizaban diversas gamagrafías, pruebas dinámicas de función renal y pruebas de función tiroidea, sin embargo este gabinete permaneció por un lapso limitado de tiempo, ya que por políticas y lineamientos institucionales fue centralizado en el entonces llamado Hospital General del CMN, a pesar de ello el Dr. Ortega permaneció adscrito al servicio de medicina interna del hospital.
En 1974 se incorporó el Dr. Guillermo Bierzwinsky Sneider procedente
del Hospital de Ginecología y Obstetricia número 2, CMN también entrenado en la
especialidad en los Estados Unidos, quien substituyó en la Jefatura del
Departamento al Dr. Lieberman manteniendo la estructura y optimizando las
funciones del servicio, dos años después el Dr. Leobardo Castro Hernández del
Hospital General, CMN inició el desarrollo de la nutrición en el hospital con
el
apoyo de Dietóloga especializada Silvia de la Cruz implementando toda la tecnología, incluida campaña de flujo laminar, para la nutrición parenteral total y todas las modalidades de la nutrición enteral, y fue quien ocupó la jefatura del servicio los siguientes años.
apoyo de Dietóloga especializada Silvia de la Cruz implementando toda la tecnología, incluida campaña de flujo laminar, para la nutrición parenteral total y todas las modalidades de la nutrición enteral, y fue quien ocupó la jefatura del servicio los siguientes años.
A mediados de la década de los setentas con el crecimiento
del servicio y recién egresados del postgrado en Medicina Interna en el antiguo
Hospital General del Centro Médico Nacional se adscribieron varios médicos;
el Dr. Alfonso Castillo Chávez, posteriormente Jefe de Enseñanza e Investigación, Subdirector Médico y Director entre los años de 1986 al 2001, el Dr. Raúl Gómez González quien cambió su residencia a Los Angeles, California donde actualmente ejerce, y
el Dr. Sergio Ortiz Lazcano éste último quien desarrolló en esa época un original e interesante estudio acerca de la hemoglobina fetal en pacientes con cáncer como marcador tumoral. Con este personal la integración con todos los servicios hospitalarios fue completa, y permitió elevar la calidad de la atención de los pacientes, se modificaron los sistemas de valoración preoperatoria de los pacientes, se sistematizó el monitoreo para evaluar la toxicidad de diversos esquemas de quimioterapia y se dio un impulso a la enseñanza a los grupos de estudiantes de la Facultad de Medicina de la UNAM. En esa época se publicaron artículos acerca de síndromes paraneoplásicos, complicaciones médicas de las enfermedades oncológicas, resultados de la nutrición parenteral y manejo de pacientes en estado crítico.
el Dr. Alfonso Castillo Chávez, posteriormente Jefe de Enseñanza e Investigación, Subdirector Médico y Director entre los años de 1986 al 2001, el Dr. Raúl Gómez González quien cambió su residencia a Los Angeles, California donde actualmente ejerce, y
el Dr. Sergio Ortiz Lazcano éste último quien desarrolló en esa época un original e interesante estudio acerca de la hemoglobina fetal en pacientes con cáncer como marcador tumoral. Con este personal la integración con todos los servicios hospitalarios fue completa, y permitió elevar la calidad de la atención de los pacientes, se modificaron los sistemas de valoración preoperatoria de los pacientes, se sistematizó el monitoreo para evaluar la toxicidad de diversos esquemas de quimioterapia y se dio un impulso a la enseñanza a los grupos de estudiantes de la Facultad de Medicina de la UNAM. En esa época se publicaron artículos acerca de síndromes paraneoplásicos, complicaciones médicas de las enfermedades oncológicas, resultados de la nutrición parenteral y manejo de pacientes en estado crítico.
A fines de los ochentas ocupó la Jefatura del Servicio
el Dr. Alfonso Fajardo, quien no solo continuó todos los programas departamentales, también profundizó en el conocimiento y tecnología de la nutrición, incorporó un número mayor de pacientes a las diferentes modalidades de la nutrición, y fue uno de los pioneros en hablar e implementar los programas de calidad tan en boga durante los siguientes años. Igualmente implementó los fundamentos de la Medicina Basada en Evidencias. Con estos antecedentes y los cambios administrativos de los últimos años ocupó la División de Calidad del Hospital hasta su jubilación.
el Dr. Alfonso Fajardo, quien no solo continuó todos los programas departamentales, también profundizó en el conocimiento y tecnología de la nutrición, incorporó un número mayor de pacientes a las diferentes modalidades de la nutrición, y fue uno de los pioneros en hablar e implementar los programas de calidad tan en boga durante los siguientes años. Igualmente implementó los fundamentos de la Medicina Basada en Evidencias. Con estos antecedentes y los cambios administrativos de los últimos años ocupó la División de Calidad del Hospital hasta su jubilación.
En estos últimos años debido al incremento de la sobrevida
en diversas patologías oncológicas y al uso de tratamientos combinados algunos
de ellos mas agresivos, como las dosis escalantes en neoplasias hematológicas,
propician en ocasiones variada patología concomitante, a veces tan grave como la
neoplasia de fondo y han hecho imperativo el concurso del departamento tanto en
el diagnóstico como en la terapéutica de estas complicaciones.
SER MEDICO
ResponderEliminarEDUARDO CESARMAN
1992
DERECHOS RESERVADOS POR EL AUTOR
A los Médicos
¿VOLERÍA a ser médico? Es la pregunta crucial que a veces nos hacemos.
Sí, si las cosas fueran como hace medio siglo cuando empecé mis estudios de medicina y un si ambiguo, hasta pusilánime, si el ejercicio de la medicina fuera lo que es en la actualidad.
Ciertas consecuencias del progreso técnico de la medicina moderna han hecho que las circunstancias del ejercicio profesional se hayan deformado y, de acuerdo con mi óptica personal, deteriorado. Hay ciertos momentos de la historia en lo que el pasado si fue mejor.
Medito mi respuesta. Analizo pasado y presente y repaso lo vivido. Veo con nostalgia a ese joven estudiante entrar al señorial edificio de aquella Facultad de Medicina, ubicada en lo que fuera el edificio colonial de la Inquisición en la plaza de Santo Domingo. Nunca imagino que, en pocos años el Centro de la Ciudad de México se fuera a transformar en la ruina que es hoy el llamado Centro Histórico de la Ciudad. Usaba saco y corbata, había decidido estudiar medicina desde los quince años de edad, cuando ingrese a la preparatoria. Solo se concebía médico. No le había hecho pruebas psicológicas de vocación y aptitud profesional, hoy tan de moda. Lo respaldaba un futuro abierto y promisorio. Sus profesores eran profesionistas de prestigio, fuente de inspiración y entusiasmo.
Admiraba en ellos la vocación académica y científica. Eran verdaderos catedráticos que nada sabían de tiempos completos en la enseñanza y en la investigación. Eran, todavía, los románticos de la medicina. El médico individualista pero solidario, con ideas originales, con inspiración y personalidad propias, hasta exaltado y genial. Algún día seria como esos maestros, tendría su prestancia, su sabiduría, su mística y su señera caballerosidad.
En el México de los cincuenta se ejercía una medicina solida y seria, con tradición, filosofía, personalidad y prosapia.
El país se desarrollaba y la costosa tecnología aun no hacía tan dramática la abismal diferencia que existe hoy entre nosotros y las naciones industrializadas. El mundo acababa de sufrir una guerra y en ciertas ramas del conocimiento médico logramos colocarnos a la vanguardia. Estábamos orgullosos de nuestra instituciones médicas. Algunas de ellas fueron en su momento de esplendor – modelo para el mundo. El entusiasmo por esa medicina de excelencia no se ha vuelto a repetir.
La medicina que se pensaba y que se hacía en México estaba a la altura de la mejor del mundo.
Eso lo corrobore al llegar a Estados Unidos como médico joven, recién graduado. En aquella época era relativamente fácil continuar nuestros estudios en aquel país y lograr el ingreso en un magnifico sitio de educación médica. Había escasez de médicos y nos necesitaban. Nos ofrecían estudiar la medicina desde una perspectiva diferente y constructiva. Nos proporcionaban una austera habitación en el hospital, comida en la cafetería, uniformes, lavandería y un mínimo sueldo que no nos alcanzaba para ir al cine en esos días ocasionales en que no teníamos guardia. Fue la mejor época de mi vida profesional.
Era un ambiente duro y competitivo, pero a la vez generoso y rico en inolvidables experiencias. Me hice médico.
ResponderEliminarTambién en Estados Unidos la medicina era muy diferente de la que se practica hoy. Gracias a apoyos y subsidios en los hospitales universitarios había servicios gratuitos de la mejor calidad, propios de la época. Aun soplaban los vientos del New Deal y la medicina todavía no era tan costosa y egoísta. La mayor parte de los hospitales privados eran no lucrativos.
ResponderEliminarLa investigación aun no se había burocratizado. Los servicios hospitalarios se organizaban alrededor de los verdaderos gigantes de la medicina y la cirugía. Eran hombres cuyo nombre, aun hoy, me suena legendario, porque hicieron historia.
En esta época estábamos ya en plena era de la medicina moderna, que no debe de ser confundida con la actualidad de la medicina tecnificada y comercializada. Ya existían los elementos para prevenir y combatir la mayor parte de las epidemias. Se contaba con las vacunas principales, salvo la de la poliomielitis. Teníamos los antibióticos fundamentales. Las endoscopias y los estudios radiológicos eran rutinarios. Empezaban las angiografías. Se había logrado avances notables en la electrocardiografía y la encefalografía. Ya se utilizaban isótopos radiactivos. Los procedimientos quirúrgicos, incluso los del corazón y el cerebro, eran cotidianos gracias a los progresos de la asepsia, la anestesia y la técnica quirúrgica. Los médicos mantenían un interés en el estudio de la fisiología y la patología. Los avances tecnológicos, ya notables en su época, guardaban una cierta armonía con los costos. Todo era accesible.
Los años pasaron. La población aumento y la educación médica se volvió masiva. Aquellos tradicionales hospitales de México, que proporcionaban asistencia, han sido sobrepasados por los de la medicina social y burocratizada. Incluso aquellos hospitales universitarios de Estados Unidos se han convertido en instituciones comerciales y han perdido algo de respetabilidad. Las grandes personalidades de la medicina se esfumaron. La mercantilización de la medicina cerró las puertas al intercambio científico y médico. Los médicos perdieron espontaneidad. Adora ejercen una medicina de cartabón, con los mismos rígidos algoritmos. El estudio y el tratamiento de las enfermedades se han hecho monótono y acartonado, ningún médico puede salirse de las rutinas preestablecidas. Ya no se puede buscar originalidad en el ejercicio profesional. Si acaso algún toque de la personalidad del médico. Habrá médicos con mayores o menores recursos técnicos, dependiendo de las circunstancias de riqueza o pobreza en que trabajen.
En el transcurso de unos cuantos años ha habido un crecimiento notable en la tecnología aplicada a la medicina. Surgen las tomografías computarizadas y la resonancia magnética nuclear, el ultrasonido, toda clase de angiografías, los amplificadores de imágenes, las computadoras, la automatización de los análisis clínicos. Tratamientos más agresivos, acceso a una infinidad de nuevos fármacos. Se practican la litotripsia y la cirugía endoscópica. Se instalan salas de cuidados intensivos y las llamadas unidades coronarias, se popularizan toda clase de trasplantes y el uso de órganos artificiales. Los seres humanos nos transformamos en refaccionarias de órganos y tejidos. Los costos se disparan, la medicina se hace inaccesible, algo pretenciosa y genera falsas expectativas, se puede prolongar la vida de los viejos unas cuantas semanas, las más cara de su vida.
ResponderEliminarY a pesar de todo este proceso tecnológico, aun no se ha logrado una cura radical de la arteriosclerosis o siquiera su prevención efectiva. El problema del cáncer no ha sido resuelto y todavía no contamos con recursos útiles para combatir las enfermedades virales. Los médicos hemos sido los mensajeros de un dudoso progreso, de un progreso que ya nos empieza a incomodar. Hay cosas que aun no podemos saber, otras que no queremos saber, algunas que no queremos hacer aunqué se pueda y otras que no se pueden pagar. Saber tanto y hacer tanto, para lograr tan poco y a tan alto costo puede no ser tan bueno como se creía.
Los médicos, al hacerse cada vez más tecnócratas, se distancian de la ciencia. Aprender a manejar maquinar y apretar botones poco tiene que ver con el conocimiento científico. El lenguaje de la ciencia, el de la fisiología, la genética y la bioquímica se ha hecho muy complejo, y ya no está al alcance del médico ocupado en atender enfermos el médico de antes era menos técnicos pero tenía una idea mejor de la ciencia biológica de su época. La tecnología deja mejores dividendos a corto plazo que la ciencia. Cada nueva posibilidad técnica de diagnostico y de tratamiento se vuelve necesaria. Surge el efecto en cascada. Se alarga la enfermedad y se prolongan las posibilidades de aplicar nuevas tecnologías. El técnico esta menos dispuesto que el científico a admitir errores de juicio y a cambiar de opinión.
ResponderEliminarLos milagros de la medicina moderna cuestan caros. Las naciones desarrolladas gastan en salud un poco más de la decima parte de su producto nacional. En los países poco industrializados el gasto es más reducido. El gasto en salud en el subdesarrollo es menor en términos absolutos y relativos
Con todo y todo, también es importante e incluso rebasa lo que se gasta en educación. De seguir así esta tendencia en lo futuro prácticamente todos los recursos de la sociedad estarán dirigidos a la salud.
Es fácil vender la medicina moderna, a pesar de ser cara. Existe confianza en la tecnología médica. Las telenovelas han creado en la gente una imagen mística de lo que son los hospitales modernos. El concepto de hospitales como sitios donde enfermeras generosas y médicos galantes luchan y triunfan sobre la enfermedad no corresponde, del todo, a la realidad.
ResponderEliminarLos enfermos que pueden viajan grandes distancias, incluso al extranjero, para comprar atención médica donde piensan que está el mejor hospital. En ello hay algo de peregrinaje.
Investigan el servicio que van a comprar de acuerdo con los cánones de la mercadotecnia. A veces interesa más el prestigio de una institución que el médico que los atenderá. No siempre el hospital mas grande y renombrado es el mejor para resolver un problema común y corriente. Los hospitales siguen siendo sitios a los que es mejor no ir a menos que sea indispensable. Siempre serán contradictorios y conflictivos.
Los enfermos exigen que se les practiquen toda clase de estudios y de tratamientos. Los médicos conservadores, los que desean evitarles gastos y procedimientos inútiles, incluso riesgosos a sus enfermos, pronto son descartados y sustituidos por otros más agresivos, mas a la moda. En cuestiones de salud, la gente esta dispuesta a comprar todo aquello en que intervienen equipos e instalaciones. Se concibe un hospital sin médicos, pero no uno sin máquinas. Los médicos son más desechables y amortizables que los equipos.
Los sistemas de salud modernos son servicios y mercancías que se venden. El pago puede ser directo o indirecto por medio de seguros o de impuestos. No es de extrañar, entonces, que en las sociedades ricas se vendan mas estudios, medicamentos y tratamientos que en la sociedades pobres. En un casi sobra lo innecesario y en el otro falta lo necesario.
Los médicos se encuentran en una situación conflictiva entre los que venden y los que pagan. La medicina empresarial ejerce presión para que se venda mas, para que se amorticen las inversiones, para que se obtengan utilidades. Los que pagan, o sea el Estado y las compañías de seguros, toman medidas para que gaste menos.
Antes las cosas eran más sencillas. El médico prestaba sus servicios, otorgaba consultas, formulaba recetas y prescripciones magistrales, daba tratamientos, operaba. Eran caritativos. Un bueno para todo. Gozaba de prestigio. Este médico de consultorio a la antigua es una especia en extinción. Ahora el más modesto consultorio es una pequeña empresa objeto de toda clase de presiones administrativas en donde el médico ejerce una medicina a la defensiva
La tradición del médico con cliente también se está acabando. Esto se debe a la especialización, la tecnología y la necesidad de tener costosos equipos; al incremento poblacional y a su movilidad; al surgimiento de grandes centros urbanos así como a los aspectos impersonales de la medicina empresarial y social. Aun existen médicos de prestigio que atienden a muchos enfermos, pero sus contactos son efímeros. Por ello, la relación médico-enfermo ya no es buena ni mala; simplemente dejo de existir. Ya no se consulta a un médico, sino a un grupo de especialistas. El paciente se relaciona más con los aparatos que con los médicos. Difícilmente se considera médico en la actualidad a un médico sin estas máquinas, o sin acceso a ellas. Los pacientes se familiarizan con los aparatos y con los equipos, los llegan a preferir y a tenerles más confianza que a los médicos que las manejan e interpretan los datos que generan. Se fetichizan las maquinas y los pacientes buscan las instituciones hospitalarias donde están estas e incluso olvidan los nombres de sus médicos tratantes.
Son condiciones en las que el paciente, a su vez, es visto como un objeto al que se le reparan y se le cambian piezas, se le destapan tubos y se le hace una limpieza de gérmenes y de células cancerosas.
ResponderEliminarLa medicina privada de antaño también ha dejado de existir. Ahora es la medicina empresarial. Ésta no ha resuelto el problema de la asistencia médica de manera universal, pues es inaccesible para la mayor parte de la población. Por ello la antigua asistencia pública se ha transformando, ahora, en las diversas modalidades de medicina social. Para apoyar a la medicina empresarial han surgido a los seguros privados de salud.
Éstos tampoco resuelven el problema, pues son caros y se otorgan con muchas cláusulas limitantes. Son un negocio y no un servicio. Constituyen un instrumento intermedio que aumenta los costos e incluso favorece el abuso. Los seguros privados de salud tienden a racionar la oferta de servicios, mientras que los sistemas sociales de salud tienden a racionar la demanda.
La salud se convirtió en un gran negocio que genera muchos empleos. Sus utilidades compiten con las industrias de armamentos. Es un mercado que resulta atractivo para los inversionistas. Las acciones de las industrias de medicamentos, de equipos médicos e incluso de algunos hospitales se cotizan en la bolsa de valores. Existen hospitales en cadena que funcionan con franquicia al igual que los restaurantes o las tiendas de ropa. Hay un listado de servicios con su respectivo precio, al igual que en los salones de belleza. Aceptan tarjetas de crédito. Muchas instituciones hospitalarias se anuncian en la televisión, en la prensa o mediante lujosos folletos a colores que describen las enfermedades que allí supuestamente curan. Antes sólo anunciaban los dispensarios de la Avenida Hidalgo que trataban enfermedades secretas y aquellas clínicas dentales de San Juan de Letrán.
ResponderEliminarEl mercado se ha llenado de miles de medicamentos gracias al asombroso logro de la química moderna. Algunos de ellos son verdaderamente sorprendentes. Imposibles aprenderse los nombres comerciales de todos. Muchos de estos medicamentos nuevos son variedades de un mismo medicamento original, sólo que más caros. El mal no está en que existan tantos medicamentos, sino en que se utilicen. Un medico sólo puede tener experiencia propia con el uso de muy pocos medicamentos. Yo podría ejercer la cardiología con no más de seis medicamentos. Por otra parte, salvo los antibióticos, no pienso que los medicamentos hayan contribuido mayor cosa a la longevidad del ser humano. El precio de los medicamentos en el mundo ha aumentado dos y media veces más que la inflación. Por razones que desconozco, en algunos países los medicamentos son muchos mas caros que en otros.
Los medicamentos que más se venden son los antibióticos, los antirreumáticos, los que bajan la presión arterial, los que reducen el colesterol, los que se usan para la angina de pecho, los que sirven para las dispepsias y, desde luego, los tranquilizantes y los estimulantes. Estos últimos son las drogas legalizadas. Es frecuente que la gente ingiera una cantidad increíble de medicamentos. Los ancianos, debido a sus múltiples achaques, van acumulando consultas con diversos especialistas y van acumulando medicinas. Recuerdo pacientes que toman más de veinte medicamentos: mejoran con sólo quitárselos. Todo fármaco es una sustancia extraña al cuerpo y en grado menor o mayor, toxica. Además, interactúan de manera muy difícil de valorar.
La industria farmacéutica es violentamente competitiva. Se propagandizan en la prensa verdades a medias para pregonar las bondades del medicamento que se vende y los defectos del medicamento de la competencia. Se desorienta al público. La intención es que pacientes “bien informados” exijan o le rechacen el médico ciertos medicamentos.
Aquellas que eran respetables revistas médicas han sido secuestradas por la industria farmacéutica y de equipos médicos. Ahora son lujosos catálogos de propaganda comercial.
Los mismos artículos de investigación médica se orientan de manera muy particular al uso de medicamentos y equipos. Los congresos y reuniones médicas se han trasformado en mercados persas, en donde importan más las exhibiciones comerciales que los trabajos y estudios que presentan los médicos e investigadores. Hermosas chicas con bikini sirven de modelo para demostrar el uso de los equipos en venta o para repartir toda clase de muestras y regalitos. Muchos miles de convencionistas, todos con gafete, abarrotan los hoteles de una cuidad.
Poco a poco, sin sentirlo, los médicos nos hemos dejado influir con baratijas, con miserables sobornos disfrazados: un llavero, un bolígrafo, una linternita, un reloj digital, un estetoscopio barato y a veces, el patrocinio de viajes a congresos y reuniones. Nos hemos convertido en instrumentos involucrados de un cierto abuso, de un consumismo irracional de la industria de la salud. Además, sin darnos cuenta nos hemos transformado en agentes de ventas, sin comisión, de procedimientos, de medicamentos y equipos.
Los médicos somos los protagonistas menos importantes del complejo industrial y comercial de la salud. En su estructura intervienen, fundamentalmente, la industria farmacéutica, la de equipos médicos y la de la construcción, las compañías privadas de seguros, las agencias de publicidad, los bufetes jurídicos y de contadores, las asesorías administrativas los hospitales, los laboratorios clínicos, los gabinetes de diagnostico. El papel del médico, como tal, es pequeño, hasta insignificante. Las grandes decisiones lo rebasan. Están las toman los managers, los entrepreneurs y los grandes accionistas. En el caso de la medicina social e institucional la marginación del médico es mayor pues las decisiones las toman los administradores y los políticos.
ResponderEliminarCon base en el derecho a la salud el Estado trata, de proporcionar a cada ciudadano la asistencia médica que requiere. Este es un compromiso difícil de sostener dados los costos crecientes, las expectativas excesivas y el envejecimiento de la población. Para disminuir los gastos se han intentado programas más eficientes y racionales. Se habla de mínimos indispensables. Surge una costosa administración para supervisar el ahorro. Todo es inútil. No existe gobierno capaz de proporcionar, a todos, servicios médicos a la altura del arte.
La higiene, la salubridad, la educación para la salud y la medicina preventiva son fundamentales para mantener el bienestar y combartir ciertas epidemias, pero no sirven para disminuir la demanda de medicina asistencial. Cambia el tipo de demanda y se atiende a una población más vieja. Los problemas se posponen, lo cual es deseable, pero no se cancelan.
La misma medicina preventiva, con las revisiones médicas periódicas y detección y el manejo de los factores de riesgo, puede resultar excesiva y costosa. Cuesta mucho curarse en salud.
Solo los que tienen recursos económicos pueden logar ser atendidos de manera rápida y, a veces, eficientes, mediante el pago directo o a través de los seguros privados y sociales. El resto de la población, sumergida en la miseria, se resigna pasivamente a quedar marginada de los beneficios de la medicina moderna. Recurre a las diversas formas de la medicina tradicional y de la mágica. A veces logra ciertos beneficios de la salud pública, la higiene y la medicina preventiva. En ocasiones tiene acceso a hospitales y clínicas que pueden carecer de lo fundamental y son atendidas por médicos heroicos. En los problemas de la salud es donde se manifiestan con mayor dramatismo los conflictos económicos y sociales.
A pesar de todo, la mejor solución para el complejo problema de la asistencia médica esta en el perfeccionamiento de los sistemas de medicina social. Lo importante es que existan. Esto es verdad, incluso en las naciones ricas. Bien llevado, cualquier proyecto de seguridad social es satisfactorio. La mejor opción es un sistema de salud pública y social universal financiado por cotizaciones o impuestos. En épocas de crisis económicas estos sistemas se ven tremendamente presionados, pero es en esos momentos difíciles cuando son particularmente útiles y necesarios.
Es preferible tener que esperar, hacer largas colas, tolerar una inevitable burocracia y no poder elegir con libertad el médico que se desea, que no tener acceso a una atención medica. Imposible ofrecer calidad a todos de manera oportuna.
Lo fundamental es la garantía de la atención, sobre todo en casos de emergencia. De allí que, con todos sus defectos y limitaciones, los sistemas de seguridad social gocen de la aprobación de toda la población. Ni al más entusiasta ideólogo del libre mercado se le ocurriría un sistema de laissez faire en medicina. No quiero imaginarme un mundo en que la única alternativa de servicios médicos sea la libre competencia y el utilitarismo.
ResponderEliminarPor ello, en el mundo actual en que todo se privatiza, sólo la medicina se seguirá socializando. Todo el que pretenda estudiar medicina debe estar consciente de esta realidad. Los sistemas de salud social, de cualquier tipo, significan siempre un sacrificio en menor o mayor grado de los médicos. Generalmente funcionan con base en un trabajo medico barato.
En este caso, la satisfacción del médico es más profesional que económica. Trabaja con más recursos, pide los estudios que desea y ofrece los tratamientos necesarios, sin angustiarse por la capacidad económica del enfermo; tiene un horario fijo y asegura su empleo.
La medicina es para servir a los enfermos, y no a la inversa. Todo empieza con la existencia de la enfermedad y de los que la padecen, los enfermos. El enfermo no es culpable ni inocente, es solo una víctima. La enfermedad es un proceso natural y somos nosotros, los médicos. Los que establecemos los límites de la normalidad. La definición de enfermedad varía de una cultura a otra. En nuestra cultura occidental todo es enfermedad, hasta la vida misma es considerada una enfermedad mortal. No solo eso, sino que, además, la enfermedad se identifican con el mal y con la culpa. Así como el bien necesita del mal para definirse, la salud necesita de la enfermedad. Al identificar al enfermo como perteneciente a otro grupo, se hace de la medicina un instrumento del maniqueísmo, de la manipulación política y económica. Entre más enfermos más negocios y mas sometimiento. El enfermo se convierte en un extranjero entre los sanos. Es el hereje, el infiel, el ignorante, el débil de carácter, el dominado, el subordinado. Debe sufrir cautiverio en un hospital. Surge un fundamentalismo medico con su respectiva inquisición.
La enfermedad mutila la existencia. El enfermo pierde autonomía, libertad, sanación de pertenencia a la especie humana y deja de tener un concepto del futuro. La enfermedad es un lugar solitario, una catástrofe que lo sacude todo.
Estos son los verdaderos enfermos que debemos atender, los que se sientan mal, los que son víctimas de un cataclismo biológico que exige la atención de urgencia. La función de un médico no es etiquetar de enfermos a los sanos con el abuso de los “chequeos” o con el manipuleo de los llamados factores de riesgo mediante sutiles maniobras estadísticas.
Me disgusta la idea, hoy en boga, de la salud a cualquier precio. La noción de un sistema de salud perfecto es incompatible con la realidad. Sufrimos los excesos de la búsqueda de la salud. Una población absolutamente sana es una meta espartana no lejana de las utopías de los totalitarismos. Se asoma el peligroso mundo de la eugenesia. Algo cruel debe estar sucediendo en una sociedad que busca estar totalmente sana. Se exagera la enfermedad y se sobrevalora una imposible salud.
ResponderEliminarSe establece mecanismo de control sobre las personas siempre ignorantes en cuestiones de salud. La libertad individual queda en manos de la medicina política. Surge el equivalente de los comités de “salud pública” de los jacobinos. La fatal búsqueda de la salud. En nombre de la salud se puede proponer cualquier cosa.
Una enfermedad de nuestra época es la obsesión por la salud, por aparentar eterna juventud. Están de moda los factores de riesgo, las dietas, el ejercicio, y dejar los malos hábitos del tabaco y el alcohol. Pensar que se puede “hacer algo” para evitar los estragos del tiempo. Hasta cirugía plástica para los hombres y prótesis para la erección del pene. Se exigen curas radicales para todas las enfermedades. Nadie se conforma con alivios ni con medicaciones a largo plazo. Nadie quiere envejecer con sentido común y con dignidad. Nadie acepta que la vida es riesgo. No bastan los excesos de la medicina moderna. La magia de la tecnología resulta insuficiente. Por ello, se recurre a toda clase de formas estrafalarias del esoterismo y de la magia.
Los que escriban la historia de nuestra época la llamaran la de la neurosis del colesterol. Bajar el colesterol se ha vuelto la razón de ser de la existencia, un trabajo de tiempo completo. Se le considera una especia de veneno circulante. Todos hablan del colesterol bueno y del malo. Salvo en caso excepcionales, de familias con colesterol muy alto, hasta ahora no se ha demostrado que el colesterol sea la causa principal de la arteriosclerosis. Esta es una enfermedad compleja en la que intervienen la herencia, la edad, el sexo, la diabetes y la hipertensión arterial. Atrás de la cruzada contra el colesterol se encuentra un gran negocio.
La relación de la alimentación con la enfermedad ha sido tema de las religiones y de la medicina. Pero lo que ahora se vive respecto de las dietas es demencia, máximo cuando una gran parte de la humanidad sufre hambrunas. Los ricos se preocupan de que comer, en medio de una enorme confusión resultado de la información contradictoria. Lo que hace bien para una cosa hace mal para otra. Un sujeto con diabetes, presión alta, gota, colesterol elevado y divertículos, solo puede comer pasto bien lavado y hervido. Además, está el problema de los obesos que coleccionan dietas para adelgazar y toman píldoras, y el de las víctimas de la delgadez extrema, de los que padecen anorexia nerviosa.
La medicina siempre ha sido una profesión difícil. En la actualidad ya no resulta tan satisfactorio ejercerla. Ha disminuido el interés por estudiar medicina y muchos médicos, en pleno ejercicio profesional tienden a retirarse prematuramente o a desviarse der la práctica clínica hacia aspectos de la medicina tales como la administración médica, o cualquier otra actividad. El atender enfermos se ha vuelto cada vez más problemático. Con el incremento de los costos vienen un aumento de los reclamos y delas inconformidades. Pronto importaremos también la moda de las demandas contra los médicos.
ResponderEliminarLos incentivos disminuyen. La tecnología minimiza el papel del medicamento, la mercantilización lo desvirtúa y la socialización lo proletariza. La relación médico -enfermo sea hecho conflictiva.
El obtener ganancias nunca fue el motivo principal del quehacer médico. Los médicos siempre han aceptado deberes que van más allá del logro de un ingreso o acumular riqueza.
Hasta hace pocos años la mayor parte de los hospitales eran instituciones de beneficencia par aprestar servicios a la comunidad. Esta actitud, profundamente solidaria, tiende a desaparecer. Por otra parte, el médico joven trabaja y estudia con altruismo. Con los años va perdiendo el idealismo y llega el momento en que el médico maduro ejerce por necesidad.
El médico es, por así decirlo el que da la cara tanto por el sistema comercial e industrial de la salud, como por el sistema burocrático social. Es natural que el público vea en el médico al representante formal de todo este inmenso enjambre. No es justo que sea así, puesto que al médico le toca toda la responsabilidad y la peor y más pequeña de las partes.
Los médicos, ya sea en el ejercicio privado o en el institucional, son los que de una manera u otra sirven de intermediarios, de agentes de ventas y hasta de cobradores- las más de las veces ingenuos- entre los enfermos que consumen, y de alguna manera pagan, y los que comercian. Son muy pocos los médicos que tienen intereses o son accionistas de laboratorios clínicos., de gabinetes de diagnostico, de farmacias, de fabricas de medicamentos y equipos, de compañías de seguros o de la industria de la construcción de hospitales.
El problema radica en que detrás del médico y del enfermo usufructuar una enorme estructura industrial, comercial y financiera de la cual él no participa y de la que lo hacen responsable. Por otro lado, a nivel del médico, la parte más delicada de su trato con el paciente es la del cobro y el pago de servicios. Es preciso admitir que, por las características muy especiales del ejercicio de la medicina, ésta no puede ser una profesión para ganarse la vida. El que todas las empresas relacionadas con la industria de la salud obtengan enormes utilidades no atañe el médico. Los problemas económicos entre los pacientes y dicha industria de la salud deben ser ventilados entre ellos. Los médicos debemos establecer una clara distancia entre el acto concreto de atender a los enfermos y todo aquello que sucede a nuestras espaldas.
ResponderEliminarUna solución podría ser, y lo digo sin ironía, que los médicos ejerciéramos de manera gratuita. O sea no cobrar por nuestro trabajo; en una palabra, regalarlo. El que no tenga vocación para esto que no se dedique a la medicina. De todos modos, la mayor parte de los médicos obsequian parte de su trabajo. O no le cobran a muchos enfermos o reciben salarios de miseria. Que todo se defina de una buena vez.
Nada resulta más chocante para un médico que el cobrarle a un enfermo, que el ponerle precio a su trabajo, que tener de vivir de sus pacientes. Me refiero a los verdaderos médicos. Por más que se le disfrace, el cobrar siempre resulta algo vergonzante que nos llena de culpa. Hay en ello un algo de degradación, casi hasta de prostitución. Dejar de exhibirse, de promoverse y de venderse. Con ejercer gratuitamente, nuestra profesión recuperaríamos mucho de prestigio y dignidad. Se establecería una total independencia de las suspicacias, las ingratitudes, las absurdas exigencias, las manipulaciones y los abusos. Volveríamos a ganarnos la confianza total y la devoción que merecemos. Dedicaríamos todo nuestro esfuerzo a la lucha contra las enfermedades y sólo pensaríamos en el estudio y en el bienestar de los enfermos. No perderíamos el tiempo pensando si un enfermo puede o no pagar, si desea o no pagar. No veríamos a un enfermo como la fuente potencial de los ingresos para el pago de la renta de nuestra casa o de nuestro consultorio, de la próxima letra del automóvil, de la alimentación y colegiatura de nuestros hijos. Los médicos asalariados, abrumados por las inconformidades y las ocasionales imprudencias de los llamados derechohabientes, también descansarían. La medicina se purificaría.
Mi propuesta no constituye una audacia ni una utopía. La medicina debe ser una profesión de desapego, no puede y no debe ser un negocio. Los médicos podrían hacer votos de pobreza e incluso hasta de castidad. No tener más preocupación que tratar a sus enfermos, sin nada que los distraiga. Vivir con lo mínimo, en la plena austeridad. Ser un asceta. Si acaso, aceptar limosnas. Existir de la caridad. Los regalos importantes, si llegaran, los dedicarías a la compra de medicamentos y equipos para hospitales. Inútil trabajar con tarifas. Que cada quien pague lo que pueda es la única recompensa posible. Algunos médicos podrían arreglarse la vida teniendo otra fuente de ingresos; una herencia, un matrimonio afortunado, talento para los negocios extra médicos, sacarse la lotería o hasta algún empleo de medio turno. También ser lanzallamas o malabaristas de pelotitas en alguna esquina de la ciudad. A nadie debe sorprender lo dicho por que en realidad, es lo que sucede con algunos de los médicos.
ResponderEliminarContrariamente a lo que se pudiera pensar, el no cobrar favorece mas al médico que al enfermo. Dentro del contexto de la medicina moderna, la del complejo comercial- industrial de la salud, el no cobrarle a los enfermos los beneficia de manera muy relativa. El gasto por concepto de servicios médicos es mínimo si se compara con lo que se gasta en medicamentos, estudios, hospitalizaciones y seguros. Además el pago que se hace al médico se descuenta de los impuestos.
Lo curiosos es que los enfermos no les agrada ir con un médico que no cobra. Les gusta ir con uno que les cobre mucho a otros, pero que a ellos no les cobre. Siempre se ha considerado mortal y legal el que un médico cobre. En la época bíblica un sacerdote no podía cobrar por enseñar la palabra divina, mientras que en la medicina se consideraba, y se sigue considerando, que un medico que no cobraba es porque no valía. Es cierto, hay pacientes que no nos quieren consultar ni gratis.
Los médicos somos descendientes directos de los hechiceros y los sacerdotes. Recurrimos a la racionalidad de la ciencia y a los recursos de la tecnología. Se nos teme por que se nos necesita, se nos odia porque se nos ama. Somos objetos de halagos y burlas. Nos maldicen y nos llenas de bendiciones.
Todo lo relacionado con el médico es ambivalente. Somos la profesión mas asediada.
ResponderEliminarEl ejercicio de la medicina no admite sustituto para la excelencia. No creo en los médicos de primer nivel y de tercer nivel. No creo en los médicos familiares o los especialistas.
Sólo creo en los médicos preparados, estudios, responsables, honestos y trabajadores. Los médicos sólo pueden ser de primera. No hay diagnostico simple ni tratamiento sencillo.
Hasta para dar una aspirina se precisa solidez profesional y decencia.
El papel del médico es manejar la verdad, ver las cosas como son, llamarlas por su nombre, reconocer los errores, mostrar las verdaderas intenciones. Ejercer una medicina realista, la de los pequeños logros, la que no busca soluciones totales. No etiquetar como enfermedad lo que tan sólo es una alteración propia del deterioro y el envejecimiento. Ejercer una medicina racional, sin prejuicios ni supersticiones, sin excesos ni abusos. Reducir los costos, aprovechar los recursos de la tecnología moderna. Brindar apoyo, consuelo y esperanza, a veces alivio y, quizás, curación. Desentrañar ciertos misterios de la naturaleza. Ser inquisitivo, disciplinado y metódico.
En el médico se da una especial curiosidad por la naturaleza y una irrenunciable vocación de servicio. Como en ninguna otra profesión, en él convergen ciencia y humanismo.
Hay quienes dicen que la medicina tiene también mucho de arte. Es posible que así sea. Cuando atendemos a un enfermo, cuando investigamos un proceso de la naturaleza, cuando escribimos, lo hacemos por amor al ser humano. Nada hay en el modo de ser del médico que sea compatible con el mercantilismo y el burocratismo.
Se es médico en la abundancia y se es médico en la pobreza. Se es médico de ricos y poderoso y también de los desesperados. Se es médico con el recurso de costosos equipos y se es medico con sólo los órganos de los sentidos y las manos. Se es médico en un gran hospital y se es médico en la selva. Se es médico en ambientes higiénicos y se es médico en la insalubridad, el fecalismo y la contaminación. Se es médico en la paz. Y se es médico en las catástrofes telúricas y en las conflagraciones. Se es médico con bata blanca y sin ella, de día y de noche. Se es medico solidario y respetuoso, con sencillez, sin prepotencia. Se es médico sin hacer alardes de sacrificio, sin sobreactuar el cansancio, sin pregonar la generosidad. Para ser médico se requiere estilo. Cada médico lo es a su manera. Se es médico como se pueda.
Toleramos a los detractores de la medicina, tan de moda hoy como siempre. De esos que escriben libros de némesis médica, que quisieran regresarnos a la edad de piedra. No importa, también los atendemos cuando nos necesitamos. No les podemos dar lo que predican. Los médicos siempre seremos cómplices, una cofradía a la defensiva. Nos incomodan las críticas y que alguien se exprese de manera peyorativa de algún colega o de nuestra profesión. Conocemos nuestros defectos y los ventilamos entre nosotros. No nos gusta que nos llamen a rendir cuentas. Es mucho lo que trabajamos.
ResponderEliminarMe enfrento a otra jornada de quehacer médico. La mayor parte de los enfermos que acuden a mi consultorio pertenecen a esa clase media que fue y que la crisis empobreció. Entre ellos hay muchos pacientes desesperadamente enfermos. No tienen ningún tipo de seguro social ni de seguro médico privado. Me dedico a ser gestor, a usar influencias y amistades, cuando es necesario, para que sean admitidos en algún hospital o institución del sector público. Siguen siendo los hospitales más sufridos, los más dignos de mi confianza en donde ejercen los médicos más dedicados.
El interminable desfile de los pacientes, con sus enfermedades y dolores a cuestas. Siempre distintos, siempre iguales. Otras las caras, pero los mismos miedos, los mismos desasosiegos, los mismo malestares. La rutina ya no me resulta interesante, los enfermos a veces. Ellos me seleccionan a mí, yo no me puedo dar el lujo de escogerlos. No ejerzo el derecho de admisión. Debo ser paciente con la angustiados, solidaria con los que sufren, generoso con los pobres y los avaros, prodigo con los mezquinos, sincero con los mentirosos, severo con los procaces, agradecido con los prudentes, resignado con los ingratos y tolerante con los tontos; fastidiado de los impertinentes que me quitan el tiempo atiendo a mis amigos, a los amigos pobres de mis amigos, a los pacientes pobres de los amigos, a los ayudantes de todo ellos.
Observo lo de siempre, como una película ya muchas veces vista. El que me exigen la verdad y no desea que se le diga.
El gordo que insiste en que nada come. El que me pregunta acerca de las bondades del ejercicio. El que me habla mal de otros médicos y pronto hará lo mismo de mí. El que pregunta por qué, el que le echa la culpa de sus males a los medicamentos y no a su enfermedad. El hipocondriaco. El que todo lo niega y dice estar muy bien. El que me pone a prueba guardándose información que él considera importante. El que no recuerda el nombre de las medicinas que lleva años tomando.
El que al final de la consulta se acuerda de que le duele una pierna. El que me usa de segunda opinión. El suspicaz que cree saber medicina. El que me llena de bendiciones y hace votos por mi salud y larga vida profesional. El amigo que busca mi protección, el que se acuerda de mi cuando cree estar enfermo. Aquel paciente que regresa después de muchos años y después de haber visto otros tantos médicos. El que me invita a la boda de su hija, donde me recibe lleno de alabanzas y me presenta como el que le salvo la vida. Los que me vienen a pedir toda clase de favores. Por último las indispensables consultas telefónicas.
ResponderEliminarHa trascurrido el día. Me quedo solo en mi consultorio, sentado e inmóvil en mi escritorio. La mente en blanco, mirando a la pared de enfrente. Me invade un insolente aburrimiento. Mi secretaria me pregunta si ya no se me ofrece nada. Dejo que se retire y permanezco sentado como recuperándome de una encarnizada batalla. Me levanto lentamente y me pongo el saco. El elevador baja directamente hasta el vestíbulo.
Hace mucho que todos los oficinistas abandonaron el edificio. Saco el coche del estacionamiento. Ya de noche, las calles adquieren una sordidez, la gente me resulta tenebrosa. Todavía debo de ir al hospital a visitar a un par de enfermos. Quisiera ya llegar a mi casa a disfrutar mi soledad. Una cena ligera, ver la televisión. Mis hijos han crecido y, poco a poco, han ido abandonando el hogar. Me alegrare con los festejos de mis perros, siempre mis fieles amigos. Medito y manejo por la avenida, ya abandonada del trafico que tuvo durante el día.
Ha dejado de llover. La noche con un aire fresco y húmedo.
Siendo un cierto bienestar. Soy médico. Mañana seguiré atendiendo enfermos.
ResponderEliminarEduardo Césarman
(1931-2004)
Nació en Santiago de Chile el 19 de octubre de 1931; murió en Puerto Vallarta, Jalisco, el 19 de agosto de 2004. Ensayista, narrador y poeta. Radica en México desde 1934. Estudió medicina en la UNAM y la especialidad en cardiología en la Universidad de Cornell, Nueva York. Fue profesor universitario; director general de Servicios Escolares de la UNAM; director del Colegio de Ciencias y Humanidades. Premio Justo Sierra 1955 como el mejor alumno de la Facultad de Medicina de la UNAM.
Librería Miguel Ángel Porrúa
Amargura 4
San Ángel
Mexico D.f.
55-50 -25-16
http://www.maporrua.com.mx
"El más hondo fundamento de la medicina es el amor... Si nuestro amor es grande, grande será el fruto que de él obtenga la medicina; y si es menguado, menguados también serán nuestros frutos. Pues el amor es el que nos hace aprender el arte, y fuera de él, no nacerá ningún médico".
PARACELSO
Spitalbuch, I. Teil.
pepealt@yahoo.com
Intentamos quedarnos embarazadas durante unos años en una clínica local. No hubo resultados. Hemos intentado todo lo posible pero nada. Nos recomendaron usar óvulos. Sé que tenemos que ir al extranjero. Estaba aterrorizada. No sabía dónde ir y dónde empezar mi búsqueda. Cuando mi amiga me recomendó al Dr. Itua en África occidental pensé que estaba bromeando. No sabía nada de ese país, pero sé que tienen grandes dotes para las hierbas medicinales y tenía miedo por la barrera del idioma. De todos modos, ella me convenció para que lo intentara. Me dijo que el Dr. Itua también puede curar mi cáncer de próstata, lo que me da más motivación para probar las medicinas del centro de hierbas del Dr. Itua. He hecho la investigación y pensé que tal vez esto es realmente una buena idea. El Dr. Itua tiene precios razonables que pedí dos cuatro botellas y me las bebí como me lo indicaron y todo salió bien. Mi cáncer de próstata se ha ido. También tiene altos índices de tratamientos exitosos. Además utiliza hierbas naturales. Bueno, debo decir que estaba convencido. Nos pusimos en contacto con el Dr. Itua y ahora podemos decir que fue la mejor decisión de nuestras vidas. Estábamos tratando por tanto tiempo de tener un hijo y de repente todo parecía tan simple. El Dr. Itua estaba tan confiado y esperanzado que proyectó esos sentimientos en mí también. Estoy tan feliz de ser madre y eternamente agradecida al centro de hierbas del Dr. Itua y a nuestro donante. No tengas miedo y hazlo!
ResponderEliminarEl Dr. Itua puede curar las siguientes enfermedades: Anemia Falciforme, Cáncer, VIH, Herpes, Culebrilla, Hepatitis B, Inflamatoria Hepática, Diabetes, Fibroides, Parkinson, Alzheimer, Enfermedad de Bechet, Enfermedad de Crohn, Enfermedad de Cushing, Insuficiencia Cardíaca, Esclerosis Múltiple, Hipertensión, Insomnio Familiar fatal, Factor V, Mutación de Leiden, Epilepsia enfermedad de Dupuytren, tumor desmoplástico de células pequeñas, diabetes, enfermedad celíaca, enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, angiopatía amiloide cerebral, ataxia, artritis, escoliosis lateral amiotrófica, síndrome de fibrodisplasia osificante, esclerosis progresiva, convulsiones, carcinoma de la corteza suprarrenal. Asma, enfermedades alérgicas, Copd, Glaucoma.., Cataratas, degeneración macular, enfermedades cardiovasculares, enfermedad pulmonar, próstata agrandada, osteoporosis, autismo, fibromialgia, toxicidad de la fluoroquinolona, demencia.., Enfermedad de Lyme, Linfoma no Hodgkin, cáncer de piel, cáncer uterino, cáncer de próstata Dercum, lupus, Hpv, erección débil, infertilidad, fibromialgia, diarrea crónica, recuperar a tu ex, Als, Sífilis, Cáncer Colo-Rectal, Cáncer de Sangre, Cáncer de Seno, Cáncer de Pulmón, Cáncer de Próstata, Autismo, Cáncer de Cerebro, Enfermedades Genéticas, Epilepsia, Enfermedad de Parkinson, Correo Electrónico de Contacto del Centro Herbal Dr. Itua: drituaherbalcenter@gmail.com o el número de WHATSAPP +2348149277976.